jueves, 26 de mayo de 2011

¿Dónde el corazón te lleve? (¿A dónde nos lleva el emotivismo ético?)

Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve" (Fragmento extraído de:" Donde el corazón te lleve " de Susanna Tamaro).


Si hubiera un festival de eurovisión (o un premio Príncipe de Asturias) de la ética, las teorías que se llevarían el gato al agua serían las EMOTIVISTAS. ¡Qué le vamos a hacer, vivimos una época romántica!...

¿Qué es una ética emotivista (tal como el hedonismo, o el utilitarismo)? Simplificándolo al máximo: una teoría que estipula la vivencia de ciertos estados emotivos (felicidad, placer, gusto...) como justificación de los juicios morales. Por ejemplo. ¿Por que es bueno hacer X? Porque X me hace feliz, o hace felices a la mayoría. ¿Por qué es bueno respetar a los demás (siempre que no amenacen mi felicidad o la felicidad de la mayoría)? Porque nos hace felices, dado que la mayoría (todos salvo los psicópatas y otros enfermos) tenemos una cierta empatía (un sentimiento favorable) hacia los semejantes. ¿Qué es entonces un juicio moral? No más que la expresión de un estado anímico: “X es bueno” equivale a “Me agrada, me hace feliz que ocurra X” (o “Nos agrada, nos hace felices –a la mayoría— que ocurra X”). La moral se convierte entonces en algo profundamente subjetivo: expresa los estados anímicos del sujeto o sujetos implicados en una decisión o acción. Se convierte en algo similar al gusto estético: decir “X es bello o artístico” no quiere decir nada más que “a mi me gusta X” (o “a la mayoría le gusta X” --por eso está X en el museo--).

En suma: el emotivista pone románticamente el corazón por encima de la cabeza, la emoción por encima de la razón. “Dónde el corazón te lleve”, este podría ser el lema de la ética emotivista (además del título de una novela de éxito --o de casi todas las novelas y películas más populares en la actualidad juntas--). Esto convierte a la moral en algo profundamente subjetivo y relativo (lo bueno, como las emociones o los gustos, es “según cada uno” o “según cada cultura o mayoría”). Y naturalmente, en algo irracional (ya nos lo dice el corazón: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”).

Como sé que hay muchos emotivistas y románticos por ahí, que piensan que lo más importante en el mundo es la felicidad, les pregunto especialmente a ellos:

1.¿Qué pasa si a algún “anormal” le hace feliz matar y comerse a sus semejantes, o mantener relaciones sexuales con niños? ¿Podría decir un emotivista que esta acción es inmoral? ¿Basándose en qué?

2.¿Por qué va a ser bueno lo que nos hace felices y malo lo que nos provoca infelicidad o dolor?... ¿Será por que todo el mundo busca la felicidad? (¿Y si todo el mundo buscara como esclavizar mejor a los demás, esto también sería bueno?) ¿Será por que todo el mundo lo siente así? (Pero ¿como sabemos lo que sienten los demás? ¿Podría un sentimiento justificar la primacía de los sentimientos, o sería esto circular?) ¿Será por que es lógico y racional? (¿Y qué razones podríamos dar para justificar que lo bueno es la felicidad?)...

3.Si lo bueno es lo que nos hace felices, ¿somos libres para escoger lo que nos hace felices? ¿O más bien las emociones nos subyugan –nos pasan-- sin que podamos hacer gran cosa? Pero si no somos libres, ¿de qué vamos a ser responsables? (“Miren –diría el pederasta-- es que yo no puedo evitar que me haga feliz el sexo con niños”).

4.¿Os tomariais una droga que os mantuviera en un estado de felicidad o bienestar constante, pasara lo que pasara (una droga sin efectos nocivos para la salud)?

7 comentarios:

  1. Hola Victor. Gracias por colgar dos entradas sobre el tema de las emociones.
    De todas formas creo que estás muy equivocado cuando identificas romanticismo con creer que lo más importante en el mundo es la felicidad. El romántico es aquel que se deja llevar por las emociones con demasiada facilidad y las pone por encima de la razón casi siempre, sufriendo tan a menudo como siendo feliz o más (porque el sufrimiento también es una emoción, y bastante "adherida" a los románticos por cierto).
    Los juicios morales no pueden basarse nunca en las emociones, sino en la razón (o intentarlo). Las emociones están hechas para sentir, no para pensar ni sostener teorías y comportamientos éticos o morales. El hecho de sentir de una forma determinada no convierte al productor de ese placer o sufrimiento en bueno o malo, moralmente hablando; igualmente que algo sea útil no lo convierte en bueno, es una identificación, a mi modo de ver, totálmente erronea.
    Creo que el desarrollo más completo del ser humano, y su mayor grado de madurez, se alcanza cuando hay un equilibrio entre las emociones y la razón (dos componentes inherentes a la persona), no colocándo a una sobre la otra, porque esto implicaría un desequilibrio en el buen desarrollo del individuo, una desestabilización hacia uno de los extremos, y eso repercutiría en su malestar y en el de los que le rodean.

    La droga de la que hablas se llama "positivismo vital", o "ver la vida de color de rosa", o eso que, desde el diván de un psicólogo, te aconsejan constantemente que hagas, que tu felicidad dependa sólo de ti mismo/a lo más posible.
    La inteligencia emocional es otra cosa, es un término que suele aplicarse a la habilidad que uno/a tiene o no para relacionarse con los demás, su sociabilidad, empatía, asertividad, no agresividad, diplomacia, capacidad de comunicación... etc. y que puede no poseerse, bien por colocar a la razón siempre por encima de la emoción, o bien por tener las emociones "desbocadas".

    Un abrazo desde un extremo, ¿adivinas cual?, je, je...
    26 de mayo de 2011 00:19

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  2. Hola Sandra.

    Tienes razón en señalar esa desconexión entre emoción y felicidad (bienestar, placer) en el romanticismo. Ciertamente, la moral "romántica" podría ser un caso muy sutil de emotivismo ético. Diríamos que para el romántico lo bueno es, en general, seguir a sus emociones o, si quieres, vivir con la máxima intensidad emocional su vida (vivir apasionadamente, podría decirse). Esto incluiría emociones "positivas" (entusiasmo, alegría...) y "negativas" (angustia, melancolía...). Lo que no tengo tan claro es que esa "intensidad emocional" no sea en algún sentido algo en general "gozoso" para el romántico. El que vivir con toda la intensidad posible su tristeza sea algo gozoso para un romántico no deja de ser paradójico, quizás contradictorio (lo cual tampoco sería problemático para el irracionalismo romántico).

    En cuanto a tu idea de que sea la razón (y no la emoción) la que determine lo que es moral o inmoral, es una teoría muy digna de consideración, aunque no sería fácil convencer a alguien (sobre todo en nuestra época) de que no es "vivir feliz" (incluso por encima de "vivir de acuerdo a la razón") el objetivo final de su vida (y, por tanto, lo que debe orientar sus decisiones morales). De todos modos. es curioso que colocando la razón por encima de la emoción como criterio moral, digas luego que hay que mantener un equilibrio (en el que la razón no esté por encima de la emoción), o que la piedra de toque para vivir bien o mal sea este equilibrio puesto que, caso de no producirse, generaría un "malestar". Supongo entonces que la finalidad última de la vida es para ti evitar el malestar, es decir, lograr el bienestar, siendo ambos, "malestar" y "bienestar" términos emotivos (con lo que, de nuevo, topamos con el emotivismo: el valor o bien absoluto es la felicidad).

    En cuanto a tu definición de "inteligencia emocional" como lo que otros psicólogos llaman "inteligencia social", de acuerdo, aunque esto no resuelve el asunto moral, pues siempre podemos preguntarnos que por qué es bueno ser sociable, empático, diplomático, etc.

    En cuanto a lo de la psicología (la psicología popular, los libros de autoayuda, etc.) de acuerdo contigo en que son una droga, y no estoy nada seguro de sus beneficios (me parece que se reducen, por lo general, a filosofía barata).

    Un abrazo desde los extremos que se tocan.

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  3. Ja, jaaaa, jaaaa... muy agudo eso de que los extremos se tocan.
    Empezando por el final, como es mi costumbre, yo tampoco tengo claro la bondad de ese tipo de consejos psicológicos, por un lado me parecen bien, dado el desequilibrio psíquico y la infelicidad que abunda entre nosotros, los "occidentales", propios de nuestra forma de vida, y que ayudan a intentar ver el lado positivo de las cosas, pero por otro me parece una forma de adormecer a la gente para que acepten lo que hay y no intenten cambiarlo. No sé, no lo tengo claro (como casi todo).

    Por otro lado insisto en la necesidad del equilibrio, esto no significa que para cualquier decisión que tomemos tienen que aparecer los dos componentes en un 50%, a veces sí, y a veces, dependiendo de qué cuestiones, en unas actuará la razón y en otras la emoción. En temas morales será la razón la que mayor peso aporte, por no decir todo, pero en temas donde, por ejemplo, no se cuestione la moralidad, habrá que escuchar también a los sentimientos.

    Sí creo que el ser humano debe buscar la felicidad (entendida como abundantes momentos de bienestar, o como un soporte básico de paz espiritual lo más elevado posible), pero que eso marque nuestro camino no significa que no haya que respetar una moral, y dentro de ella intentar estar bien (y no al revés); el que el ser sociable me produzca placer, o haga del mundo que me rodea un lugar mejor, y por tanto me beneficie, no quiere decir que sea moralmente bueno, es que son cosas no identificables lo placentero con lo moralmente bueno).
    No todo vale para ser feliz, y a veces hay actos necesarios, por morales, que no nos causan placer (o en el fondo sí, no sé); aquí volvemos al debate de los fundamentos de la moral, que no creo que tengan que basarse en lo que me hace feliz, a pesar de que intente buscar la felicidad en mi día a día; ésta siempre está supeditada al respeto a los demás, incluso a su propia felicidad, porque rodeada de sufrimiento ajeno no se es feliz (con lo que procurar la felicidad ajena ni siquiera tiene por qué ser altruista), tal vez aquí volvermos a la tesis utilitarista y egoista de la moral, al final todas nuestras acciones "buenas" nos producen algún tipo de compensación (y de ahí deduciriamos la identificación de placentero con bueno) pero, salvo que sea un psicópata, nadie disfruta haciendo daño a los demás (tal vez exista esa moral absoluta que dices y la tengamos insertada como un chip en nuestro cerebro o genes).
    Si crees que la gente puede vivir así y "pasar" del sufrimiento ajeno, entonces echa un vistazo a las consultas de los psicólogos y verás como es la profesión del futuro, porque un mundo como el que hemos creado desequilibra profundamente.
    Un abrazo desde lo mas profundo de la confusión...

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  4. Victor Bermúdez28 de mayo de 2011, 0:25

    Hola Sandra.

    Dices: "En temas morales será la razón la que mayor peso aporte, por no decir todo, pero en temas donde, por ejemplo, no se cuestione la moralidad, habrá que escuchar también a los sentimientos."

    ¿En cuáles? No, desde luego, en los relacionados con el conocimiento (¿y qué no está relacionado con el conocimiento?). Ni siquiera en los estéticos (como intenté argumentarte en las entradas sobre el arte). ¿En los religiosos, quizás? Pues no, ni en ningún campo. Porque los sentimientos por sí solos no dicen nada. ¿Qué son los sentimientos? Según los psicólogos son reacciones psicofísicas a determinadas evaluaciones cognitivas. Si pienso (y no puedo pensar sin la razón, es decir, sin la lógica, como mínimo la del lenguaje que utilizo para pensar) que "las cosas me van bien", me siento feliz, alegre. Si pienso o interpreto que no, me siento triste, etc. La emoción no dice nunca nada distinto de lo que previamente ha dictaminado la razón.

    En cuanto a lo demás que dices, podría estar de acuerdo en no confundir lo que proporciona placer o felicidad con lo que es moralmente aceptable. Pero entonces, como bien indicas, nos topamos de nuevo con el problema del fundamento de la moral. Dices que debemos hacer ciertas cosas (por ejemplo, respetar a los demás) nos hagan o no felices. Pero la pregunta es: ¿por qué? Además, la última parte de tu comentario no la caso bien con lo que dices, pues pareces volver de nuevo al emotivismo. Hay que respetar a los demás --me parece que dices-- porque en otro caso no podemos ser FELICES, o porque así se DISFRUTA más (salvo los psicópatas), o porque si nos importa el SUFRIMIENTO ajeno, sufrimos un grave DESEQUILIBRIO PSICOLÓGICO (y esto, en la terminología de la psicología, suele querer decir que nos SENTIMOS MAL, nos DEPRIMIMOS, etc.). En fin que, como ves, vuelves a fundamentar tu discurso moral en EMOCIONES (y creo que era eso lo que querías evitar, ¿no?).

    Otro abrazo para tí (desde lo más superficial de la certeza).

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  5. Ja, jaa, jaaa.... eres "perveeerrrrssoo", o sea, que "desde lo más superficial de la certeza" ¿eh?...

    Bueno, tal vez si al final actuamos siempre egoistamente, porque aún cuando somos altruistas lo hacemos porque nos produce algún tipo de compensación placentera, entonces quizás basamos siempre nuestra moral en el placer que nos produzca o no nos produzca nuestro comportamiento (aunque sea inconscientemente), algo que, como bien dices, trataba de evitar hace un rato (ya te dije que te enviaba el saludo desde la confusión profunda).
    Estoy de acuerdo contigo en que son los pensamientos los que generan las emociones (en eso se basan los psicólogos para intentar "sanar o ayudar" a sus pacientes a sufrir menos). Pero yo me refiero a que, cuando tomas una decisión, aunque sea algo tan banal como comer un helado de chocolate o una ensalada, porque las consecuencias son distintas, a lo mejor hay que pensar menos en lo conveniente en ese momento (y dado que ni hacemos daño a nadie ni a nosotros mismos "exageradamente") deberíamos dejarnos guiar por el placer y comer el helado en vez de la ensalada (aunque al final decida el pensamiento lo que hacemos será en base al sentimiento que nos va a producir). O no darle tantas vueltas en la cabeza a lo "conveniente" social o personalmente y hacer cosas por puro placer emocional (algo que normalmente los demás catalogan de "locuras" porque no obedecen a esa razón de la que hablas). ¿Todo esto también tiene que ver con "la moral"?, pues no sé, a estas horas de la noche y con los días tan estresados que llevo "sólo sé que no sé nada" Victor. Abrazos cansaillos.

    P.D. Ya veo que has puesto a tus chicos/as a trabajar un ratillo, 23 comentarios en la otra entrada no está nada mal ¿no?. Pero supongo que en las propias preguntas está la trampa. Son situaciones que no suelen presentarse nunca, nunca, y, como decía Einstein, en las singularidades físicas las propiedades y teorías válidas para lo "normal" dejan de ser válidas. Tal vez también sea extrapolable a los dilemas morales en situaciones tan extremas como las que planteas y que no suelen darse nunca; por lo menos de esa manera. Más abrazos.

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  6. Hola Sandra.

    Fíjate que yo creo que ni aún queriendo (porque se piense que se debe) se comparta uno de forma puramente emotiva, más bien nuestra mente hace un rápido cálculo inconsciente acerca de lo que es más conveniente (recordando asociaciones previas entre lo que entendemos por "helado", "ensalada" y lo que entendemos por "placentero", "sano", etc., y refrescando ese lugar del disco duro en el nos ha instalado las ideas hedonistas, el "carpe diem", etc., característicos de la cultura en que nos han educado).

    En cuanto a los dilemas, ¿por qué crees que no suelen presentarse casi nunca? Yo creo que ocurren con mucha más frecuencia. Yo mismo podría plantearme ahora si el dinero que me voy a gastar en ir al teatro y luego al restaurante (y luego al gimnasio) y este verano de vacaciones, etc., no sería más "moral" donarlo al Estado o a otra institución con fines sociales (con toda la gente que no tiene ni para comer o pagar su casa). Este es otro dilema utilitarista, idéntico (en esencia) a los que aparecen en la entrada.

    Otro abrazo.

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  7. Si lo que quieres decir es que, en última instancia el que domina todo es el cerebro, que los sentimientos también nacen de él (porque del corazón no nace nada que no sea el bombeo de sangre)estoy de acuerdo; que hasta las emociones son generadas por él, de acuerdo, pero hay diferencia entre los actos dominados por la razón y la lógica y los dominados por la parte del cerebro que procesa o potencia los placeres físicos y psíquicos...

    La vida entera es un dilema constante; me refería a que no se encuentran habitualmente dilemas tan extremos que conlleven matar a alguien o consecuencias tan graves.
    No es lo mismo valorar si mis acciones son más o menos útiles a si son más o menos útiles las personas.
    Más abrazos (creo que tengo agujetas de enviar tantos, así que la próxima vez toca o un saludo, o respetos, o besos, o un tirón de orejas....ya se me ocurrirá algo...).

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