miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Qué tipo de persona quieres ser? El guerrero, el rico, el santo y el sabio...

        ¿Por qué y para qué es el ser humano? Es decir: cuál es su razón de ser y su finalidad; qué justifica su existencia...
        Las posibles respuestas a estas preguntas están obviamente relacionadas con lo que entendamos que es la esencia humana. Si entendemos (desde la antropología más materialista) que el ser humano es esencialmente un animal, su ser no tendría mucho más sentido que el propio a un animal: la supervivencia, el éxito biológico. El modelo humano a seguir (si es que desde esta perspectiva “natural” cabe hablar de “modelos” o valores) sería algo así como el del hombre fuerte, sano, instintivo, astuto, sensual, vitalista, etc. Algo así como el guerrero homérico, según la interpretación de algunos filósofos, o como el “superhombre” nietzschiano.
 
          Si entendemos que la esencia humana reside en su dimensión social y cultural, su ser estará orientado entonces a la realización y el éxito social. El modelo sería entonces el del hombre socialmente adaptado o acomodado (el bienestar, la felicidad…). Naturalmente, este éxito social está en función de los fines y valores de la cultura de que se trate. En nuestra cultura, el modelo de ser humano es algo similar al burgués moderno: el empresario rico, el profesional prestigioso, el artista famoso...
 
         Pero si entendemos que la esencia de lo humano está en la libertad y la moral, su ser estará orientado a la virtud, a las buenas acciones (convengan o no desde una perspectiva biológica, y concuerden o no con los valores de la cultura vigente), al heroísmo (incluso anónimo), etc. El hombre modélico sería aquí el héroe, el santo, a menudo incomprendido por los demás; es decir, el que busca lo bueno, incluso por encima del instinto y de la felicidad o bienestar, y, por lo mismo, cambiar el mundo con sus obras…
 
       Finalmente, si entendemos (con la antropología más espiritualista) que la esencia de lo humano anida en la búsqueda racional de la verdad, su ser estará orientado hacia el saber y el vivir de acuerdo a la razón. El modelo sería, entonces, el filósofo, el sabio...
    
       Claro está que habría multitud de casos intermedios (si no casi todos). Por ejemplo, el guerrero (modelo 1) suele ser también un tipo de triunfador social (modelo 2), y el empresario rico (modelo 2) contiene cualidades (astucia, afán de poder, etc.) propios del guerrero (modelo 1). De otro lado, entre el modelo 2 y el modelo 3 pueden situarse el artista más genuino (el que atiende al puro ideal de belleza, aunque éste sea incomprendido por la sociedad) o al político más honesto (en el que la búsqueda de la justicia está por encima del apoyo popular o de la presión de los poderosos). Entre el modelo 3 y el modelo 4 estaría el científico (el mago, el chamán en otras culturas), movido a veces por intereses más pragmáticos (transformar el mundo) que puramente teóricos…Etc.

        Pero por muchos que sean los casos intermedios, en cualquiera de ellos deberíamos encontrar una finalidad más esencial que las demás… Ahora, pensad un poco en la pertinencia de este esquema e intentar situaros vosotros. ¿Cuál es el sentido fundamental de vuestra vida (al que se subordinan los demás)? ¿El éxito biológico? ¿El triunfo y el bienestar social? ¿El afán de bondad y belleza? ¿La búsqueda de la verdad?... ¿Qué tipo de ser humano o persona quieres ser?



domingo, 4 de marzo de 2012

Una teoría de la mente

El ser humano es un ser dinámico o activo: ha de “moverse” para lograr lo que le falta (esto es característico de todos los seres que conocemos, dado que ninguno de ellos es “perfecto” o “completo”) Investigar al ser humano consiste, por tanto, en investigar su forma de actuar y de moverse, es decir: su conducta.

Ahora bien, la conducta de los humanos (y de otros animales) está determinada por la mente . Si suponemos al ser humano como un compuesto de cuerpo y mente (o cerebro), la parte mental (o cerebral) es la que controla y dirige al resto. Por eso, para estudiar la conducta humana, lo que más nos interesa estudiar es la conducta o actividad mental.

En general, la mente (o cerebro) parece ser aquello que organiza la conducta entera de un ser en relación al medio (la realidad) y a ciertos fines (los propios de ese ser), dotando así de forma y unidad a su comportamiento.

 En el caso del ser humano, esta tarea organizativa de la mente es muy compleja, y siempre se ha dividido en "partes" o “facultades”. Las divisiones más tradicionales consistían en separar la parte racional, cognoscitiva y más activa, de un lado, y la parte emotiva y sensible, más pasiva y supuestamente irracional, del otro. Nosotros proponemos la siguiente distinción básica y muy general (pero que, creemos, recoge toda la fenomenología mental): la sensibilidad, la emotividad, la voluntad y el entendimiento.

La mente humana sería como una conducta o actividad interna que dirige todo lo que hacemos en función de lo que creemos que es la realidad y lo que creemos que nos conviene (y entiéndase aquí creencia en el sentido más amplio posible, como representación psíquica -y no solo, ni principalmente, como creencia o representación consciente-). Más en concreto, el entendimiento y la sensibilidad organizan nuestra conducta en relación a lo real, generando pensamientos y sensaciones acerca de lo que es el mundo, para así poder orientarnos en él. De otro lado, la voluntad y la emotividad generan intenciones y emociones que nos señalan cuáles son nuestros intereses, de manera que guiemos nuestra conducta en relación a ellos.

Muy simplificadamente, podríamos decir que cuando la mente actúa para conformarse a sí misma con la realidad (según las leyes del pensamiento), se produce el entendimiento; y que cuando la mente actúa para conformar el resto del organismo (el cuerpo) a la realidad (según leyes físicas, psicológicas...), se da la sensibilidad. De otro lado, cuando la mente actúa para dirigirse a sí misma ("empujando" al cuerpo) a ciertos fines (según leyes morales), se produce la voluntad; y cuando la mente actúa para dirigir al resto del organismo (incluyéndose a sí misma) hacia fines (según pautas culturales), se da la emotividad...

sábado, 3 de marzo de 2012

¿Qué es más importante: la familia o los amigos?


 Discutíamos ayer en clase sobre el sexo y el origen de la familia y surgió una interesante polémica.  Recordábamos la teoría de algunos antropólogos según la cual la familia aparece cuando la hembra homínida, necesitada de un macho colaborador en el largo y costoso proceso de crianza, le ofrece una dosis constante de sexo como modo de retenerle a su lado (véase el animal obsexo). 

Un alumno objetó a esto que muchas familias, en la actualidad, carecen de hijos, por lo que no parece que, en estos casos, la "estrategia de sexo a cambio de cooperación" sea la causa del nexo familiar. Aclaramos, entonces, que las familias actuales son, en ocasiones, un fenómeno culturalmente novedoso y muy alejado ya de su raíz biológica (familias sin hijos, familias de miembros del mismo sexo, familias con hijos de distintos padres, etc.), y que lo que ideológicamente las justifica es el "amor" que se tienen sus miembros, antes incluso que la crianza y el sexo. De hecho, la diferencia que suele esgrimirse entre "familia" y "grupo de amigos que viven juntos" es esa: en el primer caso hay AMOR y en el segundo tan solo AMISTAD. Y claro, la (típica) pregunta que vino a continuación fue la que encendió el debate: ¿qué diferencia hay entre amor y amistad, entre tu mejor amante y tu mejor amigo?...

 Todas las respuestas que escuche incidían en lo mismo: el amor supone, además de amistad (¡o incluso por encima de ella!), una atracción especial, una cierta actividad hormonal, mariposas en la barriga (qué expresión más horrorosa y cursi, por cierto), pasión, algo indefinible (pero que a la vez reconocemos muy bien), etc., etc. En suma (dije yo): atracción SEXUAL, por mucho que esto se mistifique románticamente con todas las cursilerías y vaguedades al uso. La familia (el “amor”) como algo distinto de la amistad es simplemente sexo (o, mejor, una cierta concepción del sexo como relación limitada a los miembros de la pareja). Tu "amor" (aquel con el que fundas una familia) ha de ser tu mejor amigo/a (pues nadie está más cerca de tí que tu mejor amigo/a, con nadie te comunicas mejor, nadie enriquece tu vida más...) más un compromiso de fidelidad sexual. Insisto: lo que diferencia la familia de la amistad, el amante del amigo, es únicamente el sexo.

Pero justo por eso, por estar basada en el sexo (y en la propiedad del sexo del otro), la familia es una institución mucho más primitiva, visceral e irracional que la amistad. Y, por tanto, menos humana y civilizada (más animal). Y también más inmoral, en la medida en que se basa en algo menos racional que la amistad, o en que (para algunos de sus miembros --los hijos--) la familia no se escoge libremente (como sí pasa con los amigos), o en que en la familia se anteponen los lazos de sangre, los criterios subjetivos, a cualquier otra consideración más justa y racional (poca gente, por ejemplo, denunciaría un delito cometido por algún miembro de la "familia" --la familia es la cosa nostra- ).

Y, sin embargo, SIENTO TAN PRIMITIVA, IRRACIONAL O INMORAL, LA FAMILIA ES CONSIDERADA “EL PILAR DE LA SOCIEDAD” y algo mucho más importante que la amistad. Primero, la familia; después los amigos, se suele decir… Ahora bien: ¿por qué? ¿Es acaso esto razonable?...

jueves, 1 de marzo de 2012

¿Quién te crees que eres, hombre?


Para mí que hay cuatro maneras de definir al hombre, es decir, cuatro creencias antropológicas básicas acerca de lo que somos.

Las dos primeras (a las que podemos llamar, en general, antropologías materialistas) conciben al hombre como un ser fundamentalmente biológico y cultural. Desde su perspectiva somos no más que animales sociales.

Para la primera (el naturalismo antropológico) toda conducta humana debe poder explicarse en función de leyes naturales (físicas, químicas, biológicas y psicológicas); incluso la conducta cultural obedecería a leyes puramente biológicas (pues desde esta perspectiva la cultura es un fenómeno natural más, propio de animales sociales como es el hombre). 


Para la segunda (el culturalismo antropológico) muchas conductas humanas (la forma de adornarse, los rituales religiosos, las creencias de todo tipo…) solo parecen explicarse desde leyes, reglas, normas, patrones de conducta socio culturales e históricos. Así que el hombre sería una mezcla entre lo natural (común a la especie) y la cultura en que se ha educado (distinta para cada sociedad y época).



Las otras dos formas de definir al hombre (a las que podríamos llamar, en general, antropologías espiritualistas) lo conciben como un ser fundamentalmente moral y racional. Desde esta perspectiva, los seres humanos nos caracterizamos como personas morales y racionales.

Para la primera (a la que no sé como llamar, voluntarismo o moralismo antropológico o algo así) el hombre se caracteriza por ser capaz de comportarse contraviniendo sus instintos (las leyes biológicas) e incluso las normas de su cultura, por ejemplo cuando sacrifica su vida por una idea o cuando se opone a las costumbres de su sociedad. Parece que, en estos casos, su conducta está guiada por leyes o principios morales distintos tanto de las leyes naturales como de las leyes o pautas culturales. El hombre es, pues, un ser moral, capaz de moverse por principios incluso por encima de sus intereses biológicos y su educación cultural. (Aquí en los videos tenéis dos ejemplos clarísimos de esto)






Para la segunda (a la que podríamos llamar racionalismo antropológico), lo que caracteriza al ser humano es el tipo de conducta que busca el conocimiento, la verdad, más allá de que esto sea o no útil para la supervivencia, la reproducción, etc., más allá de las creencias particulares de cada cultura, y más allá de las leyes o principios morales (pues estos mismos sólo pueden basarse en el conocimiento de lo que es verdaderamente bueno y justo)…



Así pues (resumo) habría cuatro definiciones básicas del hombre:
(a)   El hombre es un ser natural,  un animal especialmente complejo, pero nada más que un animal.
(b)    El hombres es un ser cultural, entendiendo a la cultura como algo diferente a la naturaleza (aunque emerja a partir de ella).
(c)    El hombre es un ser moral, libre, capaz de imponer su voluntad sobre los instintos y sobre toda norma cultural.
(d)    El hombre es un ser racional, capaz de someter todo su comportamiento (natural, cultural, moral) a criterios lógicos o racionales.

Si alguien encuentra una definición que crea verdadera y que no encaje con ninguna de estas cuatro me hará un hombre nuevo... Ahora, supuestas estas cuatro, ¿cuál creéis que es la más correcta?  Para saberlo os sugiero que antes contestéis a las siguientes preguntas:

(1)    ¿Es toda nuestra conducta cultural, moral y racional explicable como un producto de la evolución de nuestra especie? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (a).
(2)    ¿Es lo cultura algo cualitativamente distinto de lo natural (aunque lo cultural emerja de lo natural)? ¿Son la moral y el conocimiento (es decir, la bondad y la verdad) relativos a cada cultura, de manera que lo bueno y lo verdadero dependen de cada sociedad, época e individuo (no son universales)? Si la respuesta es “sí” a ambas preguntas, la definición correcta es (b).
(3) ¿Es la moral (lo bueno y malo) algo distinto de "lo que conviene/no conviene" a la especie, o de lo que nos han enseñado como "bueno/malo" en nuestra cultura? ¿Es imposible averiguar lo que es bueno y malo por medios puramente lógicos o racionales? Si la respuesta es "sí" a ambas preguntas, la definición correcta es (c).
 (4) ¿Es nuestro conocimiento racional del mundo y de nosotros mismos lo que justifica que califiquemos algo como “bueno”, que aceptemos o no las normas culturales y que sigamos o no nuestros instintos? Si la respuesta es “sí”, la definición correcta es (d).

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